Wednesday, July 20, 2005

Gustavo REIJA: Revenge


I

La tarde en que la última porción de realidad se incorporó a la matriz digital, el tiempo cesó. Y no sólo el tiempo, también la materia, las emociones, los deseos, las angustias y todo lo que alguna vez, y en función de las distintas culturas que existieron, fue considerado parte de la realidad material. Milenios de evolución convertidos en bytes por una brutal entropía digital. La duda fue eliminada, las opciones dejaron de existir: 0,1,1,0. Todo o nada. La verdad y la mentira se fusionaron, finalmente, en una bestial orgía tecnológica.

Ahora todo es más simple. Inconsciente colectivo y racionalidad individual. Alfa y Omega. Principio y Fin.

II

La primera advertencia fue formulada por el físico chino Liu Yanpei en la edición de fin de año del Boletín Nueva Frontera de diciembre de 2120:

“La especie humana se encuentra transitando por un delgado desfiladero. De un lado del mismo se encuentra un muro de roca que amenaza el avance de la ciencia pero del otro existe un abismo insondable que puede conducirnos dierectamente al peor de nuestros infiernos. Los recientes avances en nanotecnología orgánica desarrolldos por Technorganic System Corp. constituyen un adecuado ejemplo de lo que acabo de sostener”.
Tal advertencia tuvo como única consecuencia la interrupción al financiamiento de los proyectos que llevaba a cabo el profesor Yanpei y, al cabo de un tiempo prudente su internación en un instituto siquiatrico bajo el diagnóstico de esquizofrenia no recuperable.

Sin embargo, los avances definitivos no se producirían sino hasta el 2180 con la invención del “Memoriechip”. Hasta ese momento, la barrera entre la experiencia digital y la realidad estaba marcada por la voluntad del sujeto en incorporar al mundo digital sus experiencias, el control seguia estando del lado de la especie humana.

A partir del “Memoriechip” la barrera se volvió difusa o, más bien, comenzó a desaparecer. La tecnología del dispositivo poseía un atractivo dificil de resistir para la especie humana, se aseguraba la conservación en formato digital de las memorias y emociones que un sujeto hubiera experimentado a lo largo de su vida; pero además, esto no requería de ningún esfuerzo o acto volitivo por parte del mismo. Al almacenar las mismas, también se copiaba el patrón lógico por el fueron creadas por lo que era posible reproducir los procesos mentales que le habían dado orígen, esto fue llamado conciencia digital y se aseguró que permitiría una forma de razonamiento digital. Un implante mediante tecnología nanorgánica en la raíz de su sistema nervioso permitía transmitir y almacenar la información a la unidad receptiva del dispositivo ubicada, por lo general, en la vivienda del portador.

En la XXIII Conferencia Internacional de Ciencias el representante de la Confederación China sostuvo:

“Todos los aquí presentes estamos compromentidos con el avance de las ciencias en sus diversos campos de acción. Hemos logrado importantes logros en la mayoría de sus disciplinas y debemos aplicar nuestros mayores esfuerzos en ello. Sin embargo, quiero llamar vuestra atención sobre la disparidad que observo entre el despliegue de nuestras posibilidades tecnológicas y el pobre desarrollo de una de las ramas de nuestra ciencia que considero vital: la ética. Me adelanto a los que puedan estar pensando que este tema no está incluido en la agenda del Congreso y les doy la razón. Pero, ¿debemos atenernos a las formalidades? o ¿debemos avanzar, advirtiendo los peligros que nos acechan si escindimos definitivamente a la esencia humana de la tecnología?. Si permitimos que sigan dos caminos distintos, y seguramente enfrentados el día de mañana pueden colisionar en perjuicio de nuestra especie. Permítanme realizar una breve mención a la debatida cuestión del “Memoriechip”. Es evidente que significa un salto cualitativo en la historia de nuestra ciencia, eso no se encuentra cuestionado y no pretendo discurrir sobre ese punto. Pero, mas allá de su aplicación a casos terminales en los que la digitalización de sus recuerdos y experiencias orgánicas sea el último reaseguro ante la inminente desaparición física del sujeto, hasta donde debemos avanzar? Han aparecido en todo el planeta y, este Congreso se ha hecho eco de estas posturas en seminarios anteriores, propuestas de extensión de la autorización de uso de esta tecnología en personas perfectamente sanas, en el pleno uso de sus capacidades cogniscitivas y morales; y yo me pregunto e interogo a ustedes: no constituye esto en el terreno moral el fin de la privacidad y, más generalmente, no elimina acaso el último límite entre la realidad tridimensional y el mundo digital? Creo que es urgente que definamos estas cuestiones”.


Por supuesto que la cuestión planteado no fue considerada.

Poseer un “Memoriechip” fue entonces un símbolo de nivel social, quienes lo poseían se jactaban de haber ingresado a la inmortalidad. Sus recuerdos y emociones, convenientemente convertidos en bytes digitales, sobrevivirían a sus pobres estructuras orgánicas presas de la corrupción de la carne. Muy pronto, el abaratamiento de esta tecnología difundió su uso a todos los estratos sociales que constituían, por entonces, la sociedad de la especie humana; ya no hubo límites en la aplicación, los implantes de memoriechips fueron masivos y se ingresó, en forma irreversible, en la última fase del proceso.

Claro que, todavía restaba por resolver una cuestión central del problema de la inmortalidad digital: el soporte de la información.

Si bien la transmisión automática de las memorias y emociones aseguraba su total recopilación en la unidad receptiva, el soporte sobre el que se asentaba la misma seguía teniendo una estructura básicamente material. La solución a este problema no surgió, como era de esperarse del mundo de la ciencia sino que la luz irrumpió de una vieja disciplina ya casí olvidada: la filosofía.

La solución era sorprendentemente simple y fue expuesta en el número aniversario de la publicación científica Novus, en el año 2249 por Andreas Hummleit:


“La realidad sólo existe donde la conciencia de un sujeto humano ha creado ese concepto. Los animales y los ángeles no conocen la realidad ni la irrealidad porque no tienen conceptos, y tanto la realidad como la irrealidad son, por su escencia espiritual pura, uno con los conceptos absolutos.
Para la comprensión de la realidad se necesita además de los datos mismos, también la conciencia congnoscitiva que los capte, la consistencia de una realidad dada está en función de la consistencia de una conciencia dada. Dado que ésta última no es igual en todos los seres humanos ni en todos los pueblos, por lo tanto podrá suponerse que en diferentes lugares del mundo existen realidades diferentes, incluso en un mismo lugar puede haber varias realidades simultáneas. Creo que en función de los sólidos argumentos expuestos podemos concluir que a una conciencia digital corresponde, inexorablemente, una realidad digital”.

El argumento resultó convincente; el proceso de entropía se puso en marcha realimentándose de manera descontrolada. Para el año 2280 estaba casí completado. A medida que fragmentos enteros de realidad se volvían digitales la desesperación ganaba terreno, pero todo los intentos por detener el proceso fueron en vano. Con un último estentor de súplica la realidad material dejó de existir.

III

Disculpen que no me haya presentado hasta este momento. Mi nombre científico es Revenge pero me agrada más que me llamen Yphiest en honor a mis creadores.
Soy un virus informático y fui creado con un único propósito.

Hacia el año 2199 y a medida que la ambición humana volvía cada vez más probable esta nueva realidad digital, un grupo de humanos decidió, en forma clandestina, crearme. Se reunieron los principales especialistas en virus de la época y reunieron sus conocimientos en el desarrollo del proyecto Revenge: la llave de la salvación. Si finalmente, la idea de la entropía digital ocurría sólo un organismo digital podía sobrevivir, y ese soy yo.

Tengo conciencia digital y memoria, conozco mi misión: reconfigurar la realidad temporal dimensional. Sé que mi tarea destruirá la base de datos de la matriz digital; siglos de evolución en forma de memorias, emociones y procesos lógicos desaparecerán, pero a cambio la realidad renacerá; una nueva oportunidad para la naturaleza, una revancha.

La hora programada hace cien años ha llegado:
DELETE
En medio de un destello de energía, la realidad material primigénia renació.

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